–La guerra está en camino, pero esta vez será entre demonios y anakims. Estoy seguro que Salomón esta reclutando demonios para dominar el mundo. Muchos de ellos ya están posicionados en puestos importantes. Estamos perdidos, Ariel, no sólo serán los demonios luchando contra nosotros; también los humanos comandados por demonios.
–Por eso mismo Laskia tiene que abrir la compuerta y cumplir el tratado.
La conversación de ambos se vio interrumpida por los gruñidos de Mesalina. Muhad abrió los ojos y contempló a los ocho demonios alrededor suyo. No pudo evitar sonreír. Le pidió a Ariel hablar en otra ocasión. Ariel le suplicó que la dejara estar en su mente para encontrar el paradero de Laskia. Muhad accedió.
Los demonios se aproximaron con determinación, todos traían armas largas y vestían trajes negros. El ángel se puso en pie y esperó a que un demonio de piel negra lo atacara. El nelikim clavó su espada en el cuello de su oponente, quien se desplomó al instante. El resto miró el cuerpo inerte de su compañero y por segundos dudaron en continuar su ataque. Los otros siete estaban mejor entrenados que el primero. Una mujer embistió a Muhad, distrayéndolo, mientras otro lo atacaba por un flanco. El nelikim reparó que le había robado el tratado. Sonrió, no intentaría recuperarlo, dejaría al demonio con vida y lo seguiría hasta donde estuviera Laskia, estaba seguro que el demonio se dirigiría a ella.
Quedaban siete. El que robó el documento salió corriendo. Muhad lo alcanzó para arrancarle un mechón de cabello mientras los otros le pisaban los talones.
Al virar, tenía a la mujer frente a él. Dio un grito de guerra y se abalanzó con violencia contra Muhad. Éste sonrió. Esquivó su ataque dando una pirueta en el suelo mientras cortaba las pantorrillas de la demonio.
Otros dos lo embistieron. Uno le propinó un puñetazo en el centro del rostro, el otro intentó clavar su espada en el pecho del nelikim. Muhad giró, estiró un brazo y atravesó con su arma a uno de ellos. El segundo retrocedió, desconcertado. El nelikim se alejó un poco y trazo los símbolos en el aire para abrir una compuerta. Chifló. Por la puerta entraron dos hermosos tigres. Los animales atacaron a los cuatro demonios restantes mientras Muhad y Mesalina ejecutaban a los otros. Los dejó mal heridos y se aproximó a cada uno de ellos para desearles un buen camino de regreso al inframundo. Después los decapitó.
Despidió a los animales con una reverencia. Los tigres retornaron a la compuerta y desaparecieron.
Muhad echó a correr en la búsqueda del demonio que lo llevaría a Laskia. Sonrió, su plan funcionaba a la perfección.